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lunes, 2 de noviembre de 2015

Guía: EL DEBATE ORAL Y LA ARGUMENTACIÓN



Hablar de debate supone hablar de argumentación. Por eso, primero nos referiremos a la argumentación como secuencia textual.

La argumentación se hace necesaria cuando alguien no está de acuerdo con una opinión, una prueba, una interpretación o un punto de vista. Se trata de una operación discursiva dispuesta a influir sobre un público determinado, por ejemplo, los discursos publicitarios y políticos en su mayoría son de naturaleza argumentativa, pues buscan convencernos de apoyar una posición o un producto particular.

Argumentar es intentar, mediante el discurso, que el receptor tenga una conducta determinada; se busca conseguir que dicho receptor crea en lo que decimos, que cambie sus convicciones u opiniones. La argumentación sirve para inducir, refutar o estabilizar creencias y posiciones, por eso tiene una eficacia de tipo práctico. Se utiliza para desarrollar temas que se prestan a controversia, y su objetivo fundamental es ofrecer información exhaustiva a la vez que intenta persuadir al lector mediante un razonamiento lógico.


En la base de toda argumentación se encuentran los principios de la dialéctica y de la lógica, recursos provenientes de la Grecia Antigua, que se manifiestan, principalmente, en el uso de los silogismos: proposición que deriva una conclusión de dos premisas. A partir de ellas, el emisor ha de organizar convenientemente los elementos temáticos para lograr en el receptor una determinada disposición.


Desde el punto de vista de la lógica, se tiene en cuenta la noción de causalidad, que proporciona un orden objetivo; ésta explica por qué un hecho sucede de una determinada forma y no de otra. Desde la perspectiva dialéctica, el texto de la argumentación se mueve entre dos probabilidades, nunca sobre certezas. Así, la argumentación se asienta en el campo de lo verosímil y de lo probable y, por lo tanto, se opone a la evidencia. Esto implica que la argumentación no se mueve solamente en el campo de lo objetivo, sino también de lo subjetivo: se pretende influir en los receptores y para ello se sirve de los medios de la antigua retórica..


Elementos de la argumentación

Los elementos que generalmente constituyen una argumentación son la tesis, el cuerpo argumentativo y la conclusión.

La tesis es la idea fundamental en torno a la cual se reflexiona, y puede aparecer al principio o al final del texto. Si aparece al final, se omite la conclusión porque resulta innecesaria (la tesis hace parte de la conclusión).


El cuerpo de la argumentación aparece una vez expuesta la tesis y es cuando van apareciendo los distintos argumentos para confirmarla o rechazarla. Es el razonamiento en sí.

Las pruebas de los argumentos sobre los que se fundamenta la tesis pueden manifestarse a partir de:

  • Hechos: son fruto de la observación y son supuestos, convenidos, posibles y probables.
  • Verdades: son sistemas complejos de hechos irrefutables.
  • Presunciones: hecho que se entiende probado simplemente por darse los presupuestos para ello.
  • Valores abstractos: válidos para contextos particulares, pues son relativos, como la justicia, la verdad, la humanidad.
  • Valores concretos: normalmente sirven de fundamento a los abstractos, pretenden tener un carácter objetivo.


En el cuerpo argumentativo es donde se incorporan citas, argumentos de autoridad, ejemplos, que sirven para sostener una opinión y derrocar la contraria. A la par, la refutación es otra de las vertientes de la argumentación, consiste en una objeción a un argumento.



Tipos de argumentos utilizados en el razonamiento


  • El argumento de autoridad (te lo digo yo):

La argumentación se apoya en testimonios fidedignos y citas que manifiestan la opinión de hombres famosos y de expertos sobre el tema. El objetivo de la cita es reforzar una idea o bien adelantarse a argumentos contrarios.

El argumento puede ser directo o indirecto; indirecto si no se refiere directamente al tema que alude.


  • Proverbios y refranes:

La ayuda de máximas, proverbios y refranes conservados por la tradición poseen además mucha fuerza expresiva, un valor de verdad admitido sin reservas. Es un recurso persuasivo necesario en la argumentación.



  • El sentir general de la sociedad:

El argumento apela al sentir de la sociedad con la clara intención de lograr la defensa y, sobretodo, de convencer.



Los argumentos se pueden clasificar en:

  • Argumentos por asociación (causales, que relacionan fines y medios, de la inercia, de la persona; ejemplos; comparaciones).


  • Argumentos por disociación (se pueden dar a través de pares contrarios, y también de pseudoargumentos como el ridículo, la reducción al absurdo, la ironía, las definiciones, las tautologías, las reglas de justicia, la reciprocidad, la inclusión, la división del todo en partes).


La argumentación oral


  • Ahora bien, en principio, un participante de una discusión argumentativa siempre debe tratar de anticipar la respuesta de la otra parte. Los participantes mismos son los responsables de cómo se desarrolla la discusión y por su calidad, por eso deben evitarse conflictos y acuerdos espurios.

  • No es conveniente tampoco encarar varios argumentos al mismo tiempo, ni tampoco alargar mucho una discusión; también es recomendable llegar a una conclusión clara. 
  • Al preparar un discurso argumentativo debe brindarse especial atención a la introducción que debe ser atractiva y clara.
  • Otro factor importante es la presentación misma del discurso, que debe ser clara, atractiva, pausada, acorde a la ocasión y a la audiencia.


En la vida diaria, la argumentación oral está muy presente. La gente dedica mucho tiempo al debate y no tanto desde lo formal, sino en charlas informales y en conversaciones cotidianas. No siempre es fácil establecer la línea divisoria entre una conversación ordinaria y una argumentativa.



PREPARACIÓN

Al preparar una discusión, no se sabe con anticipación exactamente en qué puntos se apoyarán los otros. Por eso hay que concentrarse en qué se puede esperar de ellos. Una buena preparación permitirá ser flexible en las respuestas de la parte contraria.



Estar bien preparado supone estar completamente familiarizado con los tópicos que se van a discutir y los pro y los contra de las diferentes posiciones, así como también decidir la postura que se adoptará. Las bases de la defensa de la postura que se va a sostener resultan de la respuesta a estas dos preguntas:

-¿cuál es el punto de vista propio?

-¿cuáles son los argumentos que se van a adoptar?

Las respuestas a estas preguntas formarán las bases de la defensa y de la postura a sostener.



Una segunda cuestión es anticipar qué posición va a adoptar la contraparte y el fundamento del asunto en cuestión. Si no se sabe qué hará la otra parte, es conveniente pensar las objeciones al punto de vista y a los argumentos. Es importante en este segundo punto considerar las preguntas siguientes:

-¿cuál será posiblemente el otro punto de vista a adoptar?

-¿qué argumentos podría emplear?

-¿qué objeciones se podrían plantear?

Reiteramos, no siempre se sabe qué hará la otra parte, pero es conveniente pensar qué objeciones probablemente se hagan al punto de vista que adoptamos.



Hay dos consideraciones importantes. Por un lado, si no se espera una oposición fuerte al punto de vista, puede emplearse más tiempo en una defensa lo más sólida posible. Una revisión analítica puede ayudar a confrontar los argumentos propios y ver dónde se necesita mejorar. Se pueden imaginar las objeciones y cómo responder a ellas.



Por otro lado, si se espera una férrea resistencia hay que dedicarle mucho tiempo a la anticipación de la posición del oponente e incluso los argumentos que éste puede llegar a usar. Si no es posible obtener información acerca de qué postura va a sostener el otro punto de vista, entonces se debe trabajar la reflexión acerca de los argumentos que podrían sostener un punto de vista encontrado con el de uno. Una revisión analítica puede facilitar pensar cómo responder a los argumentos contrarios. Puede también decidirse la incorporación de algunas de estas respuestas en la presentación propia y las otras pueden quedar en lista para ser empleadas en el debate.




EN LA DISCUSIÓN


Los participantes son los primeros interesados en que el debate se desarrolle eficientemente. Cómo se procederá en el debate es un asunto que  deciden los debatientes, incluso si es con o sin moderador.

La responsabilidad de ellos empieza en el empleo del lenguaje. Para evitar interpretaciones erróneas o ambiguas el cuidado del lenguaje debe ser claro y debe interpretar los juicios del oponente lo más exactamente posible. Esto es muy importante en el momento de la confrontación.

Los desajustes en la comprensión pueden ser meramente verbales y  no verdaderos y auténticos desacuerdos. Puede ser que los participantes sostengan una misma opinión pero que hablen con propósitos cruzados porque definen el punto de vista de distintas maneras. En este caso lo que se necesita es precisión. De hecho, un enunciado puede tener muchas interpretaciones. 

Para asegurar que los hablantes se refieran a lo mismo, se pueden emplear definiciones  para los términos más relevantes de la discusión. No importa si esa definición es similar a la que se emplea en el lenguaje cotidiano o si puede ser una forma no usual o un significado técnico. La definición debe encajar con el propósito del debate.

Hablando con fines distintos se llega a un desacuerdo espurio  y si se debate sobre este falso desacuerdo, es posible que la auténtica diferencia de opinión no se lleve a cabo.



La auténtica discusión sólo puede empezar una vez que se constata que efectivamente hay una diferencia de opinión, cuáles son los puntos de desacuerdo y cuáles son las posturas que toman los participantes.



Para participar de una discusión ordenada los participantes deben observar un número importante de reglas, como por ejemplo:



  1. Cada acuerdo alcanzado en el debate debe ser relevante para el tema que se tiene entre manos en ese momento. No sirven soluciones previas antes que el problema se haya clarificado. No sirve presentar la información esencial luego que se hayan tomado las decisiones correspondientes. Los participantes deben hablar sólo si tienen algo para decir, pero tampoco deben rehusar alcanzar un acuerdo relevante.
  2. Es mejor evitar presentar muchos puntos al mismo tiempo. En este caso, la discusión puede volverse caótica. Es mejor comenzar por un punto o dos y no seis puntos. Los participantes deberían restringirse a un par de puntos importantes y no proponer temas o asuntos en detalle.
  3. La función de cada contribución debe ser clara. Eso quiere decir que hay que preguntarse por qué el hablante está respondiendo como lo hace, si está tratando de plantear algo en forma correcta, si está ofreciendo una evidencia suplementaria o solamente una explicación, si está presentando una solución alternativa.
  4. Los participantes no deberían llevar adelante un debate con repeticiones innecesarias o pretender volver a tratar puntos ya considerados.
  5. La discusión debe arribar a una conclusión clara. Debe ser evidente si la diferencia de opinión se ha resuelto y cuál es la resolución. Las consecuencias de la resolución también deben ser claras y sobre eso habría que plantearse  si se deberían reportar los acuerdos a alguien e, incluso, cuáles serían los pasos siguientes.


PREPARACIÓN DE UN DISCURSO ARGUMENTATIVO


Muchas veces los discursos y las lecturas contienen tramos argumentativos. Una presentación oral se considera argumentativa sólo si  refleja una situación en la que dos partes tienen opiniones diferentes.

Al preparar el discurso argumentativo, los participantes deben tener en cuenta, en una revisión analítica, cuáles son los argumentos que van a emplear. Esa revisión analítica es el corazón del discurso. Sin embargo, muchas veces un discurso comprende más de una sola argumentación. Normalmente comienza con una introducción en la que hay que ganar la atención de la audiencia y provee información de soporte. La argumentación empieza después de esto. El orador presenta argumentos para sostener su punto de vista  y puede tratar de encontrar objeciones. Finalizada cada presentación, el hablante repite el punto de vista y sintetiza los argumentos más importantes.



En la introducción, hay muchas maneras de ganar la atención de la audiencia. Puede ser que se relate una experiencia personal o que se haga una cita sorprendente, o que se proponga una anécdota interesante. Puede referirse a un evento corriente o un incidente histórico conocido. Por supuesto que es necesario que la conexión entre la introducción y los argumentos sea clara.

En la introducción puede plantearse el punto de vista defendido, el orador explica de qué va a hablar y qué posición va a adoptar.

Hay varias precisiones:

  • Si el orador espera que su punto de vista encuentre una férrea resistencia, puede ser adecuado mencionar primero los argumentos y llevar a la audiencia paso a paso a la conclusión.
  • Si el orador da argumentos no sólo para sostener su punto de vista, sino contra el opuesto, debe decidir en qué orden hacerlo. Es más común mostrar en primer lugar que el punto de vista contrario es insostenible y entonces dar argumentos para el punto de vista propio. También es posible invertir el orden  y, si la argumentación no se vuelve confusa, se pueden alternar partes de defensa y de ataque. Los argumentos más sólidos irán al inicio o al final.

-La conclusión del discurso  deberá fijar los puntos más importantes en la mente de la audiencia. Ni podrá plantearse un punto nuevo, ni tampoco podrá repetirse un argumento completo. Un toque interesante es volver a la introducción  para crear la idea de un todo bien redondeado.

-Muchas veces hay un empleo estricto del tiempo y por lo tanto cada palabra cuenta. El vocabulario que use debe sonar natural o si debe leer, leer con énfasis. El discurso sonará más vivaz y natural si los oradores eligen sus palabras en el momento de hablar.

-Un orador con poca experiencia debe escribir la introducción y la conclusión y debe colocar los principales argumentos en una revisión analítica. Nunca debe perder el hilo de la argumentación.


PRESENTACIÓN


  • El discurso debe ser presentado con claridad para poder seguir la secuencia del orador.
  • La audiencia no debe aburrirse, por eso el discurso debe ser agradable.
  • La pieza oratoria debe ser adecuada a la ocasión y a la audiencia, es decir, si el público es lego, las explicaciones no deben ser muy técnicas ni emplear vocabulario rebuscado o técnico. Para una audiencia de especialistas sí, esto es lo que se requiere.
  • Con relación al estilo, también hay que tener en cuenta la audiencia y la ocasión y el discurso será más de corte académico o más familiar.
  • De todos modos es mejor no hablar con demasiada formalidad.


Hay algunos puntos que pueden servir como guía para que el discurso no suene agobiante ni denso:

-Hacer oraciones breves.

-Formularlas de modo conciso.

-Reemplazar palabras complicadas por otras más comunes.

-Variar la estructura de la oración y el tipo de oración.

-Emplear indicadores de argumentación y de puntos de vista.

-Limitar el uso de la voz pasiva.

-Ilustrar las ideas o conceptos abstractos con ejemplos concretos.

-Dirigirse cada tanto al público directamente.

-Indicar claramente cuando se da una cita.

-Dejar en claro cuando se está exponiendo el propio argumento y repetir los puntos importantes.



Aun así, una presentación desmañada y el factor tiempo son otros aspectos a tener en cuenta, por eso los siguientes indicadores son también importantes:



-No anunciar más de los que se va a hacer.

-No repetir que hay mucho más para decir ni tampoco que no se dispone del tiempo suficiente.

-Evitar una introducción de la introducción.

-Evitar dar la impresión de que uno no está bien preparado o que es indiferente al tema.

-No ser muy crítico ni muy condescendiente.

-No explicar obviedades.

-No ser modesto por demás ni excusarse de manera innecesaria.

-No posponer la conclusión.

-No terminar de modo abrupto y asegurarse que la conclusión  se ha identificado  con claridad.




BIBLIOGRAFÍA

Álvarez Miriam, Tipos de escrito II: Exposición y argumentación. Arco libros

Bassols y Torrent,  Modelos textuales

Serrano, María José, 2006. Gramática del discurso, Akal, Madrid.

Van Esmeren, Frans y otros. 2006. Argumentación, Biblos, Buenos Aires.



Material editado de la guía de la profesora Beatriz González Fernández.




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