Conoce el Centro Virtual de Lecto-escritura -UDI-

En este blog encontrará 2 secciones de consulta: Recursos para estudiantes y Recursos para docentes, en las que podrá acceder a variadas guías de estudio relacionadas con la lectura y la escritura. Así mismo, hallará una sección dedicada al Club de lectura de la UDI que le ofrecerá los análisis de las lecturas abordadas en sus sesiones para orientar y enriquecer su manera de hacer lectura crítica. Finalmente, está la sección del Plan lector, donde se comparten los avances del plan "La UDI lee" (proyecto en desarrollo).

miércoles, 16 de septiembre de 2015

La lectura como viaje: Alicia en el País de las Maravillas



En la segunda sesión del Club de lectura UDI nos trasladamos al País de las Maravillas del clásico de Lewis Carroll, obra que nos permitió discutir cómo se lee una obra literaria. A partir de esta sesión se presentan las siguientes reflexiones:
 
“Una vez alejado el Autor, se vuelve inútil  la pretensión de «descifrar» un texto. Darle a un texto un autor es imponerle un seguro, proveerlo de un significado último, cerrar la escritura.”

Roland Barthes



Leer una obra como Alicia en el País de las Maravillas nos enfrenta a una total incertidumbre del sentido, no sólo porque su misma historia constituya un mundo “sin sentido”, sino también porque nos enfrenta a los interrogantes propios del texto polisémico: ¿qué quiere decir?, ¿qué quiso decir el autor?, ¿cómo entenderla? Frente a tales preguntas, la crítica y los lectores han elaborado múltiples teorías: algunos relacionan la obra con el consumo de drogas y aluden a un viaje psicodélico para explicar sus personajes fantásticos y situaciones anormales; otros, se centran en los mensajes cifrados que podría haber dejado su autor, matemático, a través de los números y demás símbolos; la crítica feminista ha usado a Alicia como una metáfora de la feminidad y el despertar sexual femenino; la ciencia ha llegado a describir y diagnosticar enfermedades psicológicas y neurológicas a partir de los extraños sucesos ocurridos a Alicia, e incluso, algunos vinculan a Carroll con la masonería y presumen que el texto está lleno de mensajes cifrados (entre muchas otras interpretaciones).

Podemos encontrar en todas estas interpretaciones una preocupación común: la historia tiene que significar algo; no se trata tan solo de un divertido cuento infantil (sin pretender reducir los alcances de este género), sino que su significado debe ir más allá de la anécdota. En otras palabras, la lectura a nivel literal (saber que es la historia de una niña que, tras perseguir a un conejo, cae por una madriguera y desemboca en un mundo fantástico…) sólo nos sirve para acercarnos al texto. Pero, leer Alicia en el País de las Maravillas requiere ir más allá, implica darle significado a esa historia que se anuncia, abiertamente (con un guiño del autor), sin sentido.

¿Cómo descifrar el mensaje exacto de un texto que funciona a tantos niveles de significado? ¿Qué habrá querido decir el autor? La respuesta nos la da Roland Barthes (2009): no hay autor, no hay sentido construido, no hay un único significado. Barthes desplaza el protagonismo de la lectura del autor al lector y le otorga a este último la compleja tarea de “resignificar” el texto, de proveerlo de sentido. Así, Alicia no “quiere decir” una sola cosa, sino muchas, dependiendo de las preguntas que los lectores le hagamos, y sólo tendrá valor en la medida en que esas preguntas coincidan con nuestras expectativas e intereses personales. De allí proviene la riqueza de los diversos aportes que se puedan hacer a la obra desde perspectivas tan lejanas como la ciencia, la literatura o hasta la religión.

De tal modo, entendemos que el texto literario “…está plagado de espacios en blanco, de intersticios que hay que rellenar” (Eco, 76, 1981) para que cobre significado: Lewis Carroll nos presenta a una niña cayendo por una profunda y curiosa madriguera; nosotros decidiremos si en esa madriguera queremos ver una ruta al inconsciente, una evocación del útero materno, un puerta a otra dimensión o cualquier otra cosa. 
A esta multiplicidad de significados que puede conducir la obra se ha referido Umberto Eco al hablar de “obra abierta”. Para el autor italiano, el texto siempre necesita alguien “que lo ayude a funcionar” porque constituye un “mecanismo perezoso o económico” que insinúa caminos e interpretaciones, mas nunca restringe las cadenas de significados que los lectores pueden desatar a partir de su experiencia. Valga aclarar que al adentrarse en este concepto, Eco se refiere a ciertas estrategias textuales que pueden guiar la lectura, es decir, si bien el Autor no restringe nuestras interpretaciones, el texto nos puede ofrecer pistas para dotarlo de sentido en un nuevo contexto, es decir, para actualizarlo.

Actualizar el texto implica construir interpretaciones a partir de los indicios que estructuran la obra y que se reconocen en la medida en que se desarrolla una lectura aguda y detallada, capaz de identificar factores textuales y extra-textuales. Por tanto, la lectura también debe partir del diálogo del texto con nuestras lecturas, experiencias y conceptos previos, así como del análisis crítico de los discursos que lo atraviesan de acuerdo a un contexto. El texto cobra sentido, entonces, cuando lo que propone significa algo para nosotros. Por ejemplo, si nos interesa la historia, podemos leer Alicia como una parodia –crítica- de la sociedad inglesa victoriana, estudiar la manera en que son representadas en ella las reinas, las tradiciones de la época y los personajes desquiciados (¿que produce la doble moral victoriana?), o, si nos apasiona la psicología, interpretar los cambios vividos por Alicia como un rito de iniciación de la niña en la vida adolescente con sus inquietudes, cambios, aprendizajes y determinaciones.
En el Club de lectura hemos propuesto leer la experiencia de Alicia como un viaje similar a la lectura, un viaje que llega para cuestionar y desestabilizar la identidad de la niña (y del lector). Alicia ingresa al País de las Maravillas tras caer muy lentamente por una madriguera dispuesta como biblioteca. A lo largo de esta caída repasa conceptos que ni siquiera conoce, presume de conocimientos inciertos y poco a poco empieza a caer en un letargo en el que sus frases e ideas se hacen incoherentes. La llegada a este mundo desconocido –pero excitante- lleva a la niña a cuestionarse constantemente: ¿quién soy?, ¿por qué cambio?, ¿para dónde voy?, ¿qué camino debo tomar?, ¿qué hago acá?... El gato de Cheshire le anuncia: “Aquí todos estamos locos. Yo estoy loco. Tú estás loca.”.


Esta sentencia nos puede llevar a revisar las conexiones entre Alicia y el Quijote, dos personajes que, tras pasar por los libros (la biblioteca), aterrizan en mundos diferentes, irreales, en los que son declarados locos. Dicha locura los conduce a emprender viajes cargados de aventuras, personajes insólitos y búsquedas personales. Es aquí donde retomamos nuestra propuesta inicial: el viaje de Alicia, así como el del Quijote, es un proceso de auto-reconocimiento, una “salida de sí” para tratar de reencontrarse. Y lo más valioso de esta campaña es que tal búsqueda no conduce a ninguna certeza, es decir, estos viajes ponen en evidencia la ilusión que constituyen la realidad y la identidad.

Por ello, haciendo eco de Jorge Larrosa (1998), en el Club de lectura deseamos promover la lectura de textos literarios como ese viaje que nos expropia, nos desposee, nos revela nuestra imposibilidad de saber, nos muestra vulnerables y a la deriva; nos convierte en extranjeros de nosotros mismos para llevarnos más allá de lo que creímos ser. Esperamos entonces que nuestros lectores, al modo de Alicia, se pierdan en las historias y hallen esos mundos escondidos que sólo ellos pueden habitar.
 "Léete, lee el mundo, lee la vida."


Diana Marcela Hernández Gutiérrez




Barthes, Roland (2009) El susurro del lenguaje. Barcelona: Editorial Paidós

Eco, Umberto (1981) Lector in fabula. Barcelona: Editorial Lumen

Larrosa, Jorge (1998) La experiencia de la Lectura. Estudios sobre Literatura y formación. Barcelona: Editorial Laertes.

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